A lo largo del siglo XX, la enseñanza del español ha seguido las mismas pautas que la del inglés, y, en menor medida la del francés. La mayoría de los autores coinciden al hablar del método gramática-traducción en la enseñanza del español y del predominio de la gramática tradicional en lingüística. Aprender una lengua con este método consistía en saber la definición de las partes de la oración, aprender un vocabulario más o menos extenso y conocer algunas reglas de combinación de palabras, y todo ello desde un punto de vista más receptivo (repetitivo) que productivo (comunicativo).
A mitad de siglo aparecen los primeros libros de enseñanza del español escritos por autores españoles, pues los anteriores habían sido escritos por nativos.
A esta etapa le sucede otra en la que existe una mayor relación entre el profesorado de lengua extranjera y los lingüistas. Así en el método audio-oral cristalizaron algunas tendencias que, desde algún tiempo, ya se dejaban entrever: necesidad de aprender a hablar, adecuación del vocabulario a las situaciones de la vida cotidiana, y otras. La Segunda Guerra Mundial marcará una aceleración en los cambios pedagógicos en la enseñanza de lenguas, así la corriente lingüística estructuralista norteamericana se aplicará de un modo directo a la enseñanza a través del método audio-oral o audio-lingual, predominante durante los años 50 y 60. Este método proponía aprender una gramática descriptiva, de modo implícito y deductivo, escuchando y repitiendo diálogos que contenían las estructuras lingüísticas que se debían aprender.
Una tercera etapa viene marcada por la aparición y desarrollo del generativismo (finales de los años 50-década de los 70), que supuso la crisis del método audio-lingual y la aparición de un enfoque cognitivista. De acuerdo con este enfoque, la enseñanza de los contenidos gramaticales de la lengua debía de ser deductiva y explícita, pero no desde un punto de vista normativo, sino descriptivo; se parte de la base de que todas las lenguas tienen unos elementos comunes, pero se diferencian en otros superficiales.
Una cuarta etapa desde finales de los 70 y principios de los 80 hasta la actualidad. Es el momento de la lingüística textual y la pragmática, por un lado, y del enfoque comunicativo, por otro. Esto supone, entre otras cosas, la superación del límite oracional, la competencia comunicativa, tanto como objeto de descripción teórica como objetivo del aprendizaje, una concepción de la lengua como un fenómeno global y dinámico y la interdisciplinariedad como medio de trabajar el lenguaje.
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